martes, diciembre 27

Egreso

Mirando una de esas típicas graduaciones yankees en la tele recordé el día que me egresé de mi primer colegio. No era un egreso normal, el colegio sólo llegaba hasta noveno grado, y forzosamente teníamos que desapegarnos a mitad de camino. Ese colegio me dio amigos, maestros que no sólo enseñaban sino se preocupaban y aconsejaban, me dio un lugar cuando nadie podía venir a buscarme a la salida, y otro lugar cuando se terminaban las clases y mi casa era muy aburrida. Me dio palitos a veinticinco centavos y eso significaba dos recreos con comida. Cuando fui más grande me dio horas libres en la esquina mientras esperábamos entrar a educación física, que incluían vueltas infinitas  siguiendo a los varones, segundeando a mis amigas, y hasta durmiendo siestas al sol. En algún momento llegó el día dónde todos vimos llegar el fin, por algún motivo los maestros elegían la canción para terminar el año, y ese año eligieron "tratar de estar mejor" de Diego Torres... suicidio en masa. Lloré como nunca en mi vida, desde que entré hasta que me arrancaron a la fuerza para ir corriendo al egreso de mi hermana mayor, en su colegio. Cuando a penas estaba empezando a darme cuenta que todo había terminado, uno de mis padres, no recuerdo cual, me obligó a irme. Le rogué que me dejaran, que se fueran, que yo podía volver sola (como hice muchos años ahí adentro) pero no, por algún motivo, el egreso de mi hermana valía más que el mío... Si lo vemos desde la perspectiva objetiva donde mi hermana realmente terminaba su etapa escolar, sería justo que mi egreso no valiera tanto.

En cambio, para mí, me estaban arrancando
los últimos minutos con mi verdadera familia.

domingo, diciembre 25

Tiene que

Siempre llega una etapa donde vuelvo a mirar películas que hacen sentir que la vida puede ser hermosa, de esas con escenas en tonos cálidos, playas de arena blanca al alcance de la mano, brillos del sol... Cuando era chica era puro masoquismo, siempre que había una ruptura en puerta miraba una de esas pelis y terminaba llorando a oscuras. Hoy por hoy las cosas cambiaron. Unos cuantos años después, y otras tantas rupturas más reales, más oscuras, ahora lo que veo en esas películas es esperanza. Y no hablo de esa esperanza del príncipe azul, hablo de creer que hay algo mejor para mí esperando ahí fuera. En este último tiempo no dejo de toparme con gente vacía, con personas que creen que por tener la foto para el árbol de navidad, tienen todo resuelto pero luego no pueden mirarse a los ojos. No es que las películas sean diferentes de esa imagen ficticia, pero hay una pequeña gran diferencia: las películas están diseñadas para ello. Eso automáticamente me dá una sensación de seguridad, digo, si alguien es capaz de pensar en todo eso, tiene que haber algún ejemplo real. Tiene que existir.

domingo, diciembre 11

Poca cosa

Anoche, como nunca y a fuerza de acompañar una pena ajena , me metí en uno de esos lugares donde cuando querés caminar no se puede,  y cuando querés bailar nadie deja de caminar. Entre esas molestias de estar-ya-grande-para-esto me encontré un conocido que apenas tuvo el respeto de devolverme el saludo, los amigos me miraron sorprendidos y me di media vuelta con su sonrisa falsa en la espalda. Al rato de haber sentido varias miradas en la nuca (y otros lugares más) mientras bailaba, alguien tuvo la idea de susurrar gritando a otro oído cercano a mí "está buena, pero es narigona". Al parecer, había un Brad Pitt en el otro grupo, que de tan macho no pudo evitar decir en voz alta eso que no le permitía acercarse a mí, eso que le daba tanto cagaso que tuvo que gritarselo al amigo. Que soy narigona... antes de ser narigona, soy rubia, alta, flaca, de ojos verdes y hermosa sonrisa, pero no, a vos te alcanza con marcar un solito de esos defectos que gritas que tengo para no moverte de donde estás. Nariz chiquita no tengo, pero jamás ser narigona fué una de mis descripciones regulares. Pero a vos te alcanza con inventarte algún motivo para evitar el encuentro, porque bien sabemos que solo vas a ir a querer darle un beso a esa mina que ya todos besaron hoy, y todas las noches anteriores, porque sabés que se puede, que ahí tenés seguridad, y que por ley sos cagón.


Pero además de cagón, sos poco hombre y poca persona.
El hombre común le está faltando huevo.

jueves, diciembre 8

La caja boba



" Hoy, hasta gente instruida confiesa que lee menos porque se siente cada vez más solicitada por la imagen. Hasta los intelectuales más refractarios a la televisión no logran rehuirla, pues sus niños la reclaman, sintiéndose humillados cuando en el colegio se discute sobre programas que ellos no han visto.

La imagen es de fácil comprensión y accesible a todo el mundo, se dirige a la emotividad, no da tiempo a reflexionar ni a razonar como puedan hacerlo una conversación o una lectura. En su inmediatez reside su fuerza, y también su peligro.



Para la mayoria, el mundo ya no llega evocado, sino presentado."




Así están las cosas país... apagás la tele y dormís con todo eso que te pusieron en la cabeza, escapando a la reflexión.

miércoles, diciembre 7

La guerra

Aliento mucho la escritura ajena, tanto como la mía.
Me parece una forma de luchar contra la nueva era.

Escribir es describir mejor que todas esas fotos fáciles que tenemos a la mano.

domingo, diciembre 4

¿No?

Siguen apareciendo esos momentos donde me ahogo, en la nada misma. Y lo sé eh, no crean que no lo sé, pero eso no evita que me siga ahogando. Son días que de tanto pensar casi dejo de pensar en realidad, me sumerjo en un sinfín de problemas, preocupaciones, miedos, todo a la vez. Les doy vuelta sin pensar ni un poco en la solución. Y lo siento en el cuerpo, es como estar yendo tan rápido que casi vomitás, pero así y todo seguís con el pie en el acelerador. Y me la re sé eh, la solución siempre está ahí delante, cagándose de risa, burlándose, pero eso no lo hace mejor.

Por lo general después de un tiempo indefinido de revueltos de estómago, horas en la cama, dolores de cabeza y frenesí, empieza a ceder. Pero vomitar no es tan fácil, más cuando se trata de vomitar sentimientos, bronca, odio, incertidumbre, tristeza. Y esa parte también lleva unos días. Nunca voy a dejar de preguntarme cuando se va a detener, cuando voy a encontrar la respuesta final, la respuesta de esa pregunta que ni siquiera sé formular. Pero bueno, al menos ya puedo describir el proceso, se supone que es un paso...

¿no?

Que sea de día

Después de abandonar la idea muchas veces y volver a armarla otras tantas, al fin me animé y se vinieron nomás: mis tres ahijados, el Willie, y yo, a dormir en este monoambiente. Llegan y desde la vereda me gritan a pulmón para que baje: MADRINAAA! El timbre más lindo de mi vida.  Claramente llegaron y nos pusimos a dibujar, siempre dibujan, todavía no conocen esa frase adulta de "yo no sé", porque claro que saben, cualquier enano la tiene clara en materia de expresión. De un momento a otro me acordé de las horas que pasaba encerrada, con música y ningún propósito más que acumular dibujos, primero fueron copias, después algunos propios. También me empecé a preguntar porqué habré dejado, pero esa es otra historia. Les dibujé algo a cada uno, con dedicación y todo, y se lo llevaron para pegar en sus placares. Entre ellos soy la mejor, la mejor madrina, la mejor dibujante, la mejor de lo mejor del mundo mundial.

A la hora del cansancio nos tiramos a mirar una peli, y el más chiquito, que no se engancha con las pelis, y tenía su primer experiencia fuera de casa, empezó a dar vueltas. Nos pusimos a dibujar cosas en el techo, con los dedos en el aire, y después de un rato me tiró "ay, ya quiero que sea de día". Todavía me sorprendo aprendiendo con ellos, admirándolos. "Ya quiero que sea de día..." El chiquito estaba luchando de la mejor manera posible con la falta de mamá, de su cama y almohada, de su zona de confort. Y como el mejor, en vez de ponerse a llorar, de flaquear como cualquier otro nene de 5 años, fijó un objetivo y lo quería ya: que sea de día. Que sea de día para haber superado esa prueba que le estaba trayendo la vida.

Todos, en algún momento queremos que sea de día, que haya pasado, que salga el sol. Todos.

miércoles, noviembre 23

Circo

¡Me quiero bajar! ¡Pará el auto! fué lo único que pude atinar a decir 
mientras me desesperaba tanta negación junta en la cabina de un auto.

Me subí rápido al auto porque tenía mucho frío, y cuando al subirse bajó el vidrio le pedí que lo cerrara, porque tenía, como ya había repetido varias veces, mucho frío. Dijo "ni en pedo" y se prendió un cigarrillo, el decimoquinto cigarrillo que se prende en mi cara, con mi sola presencia que no dura más de 20 minutos. El decimocuarto cigarrillo, que se prendió del camino del auto a los 20 pasos que quedaba la puerta del edificio, me hizo mucho ruido, lo miré con la comisura del ojo e intenté recordar como venía haciendo para que no me importara su vida más que a él mismo, para no pelear, para que no me importara su muerte lenta.

El decimoquinto fué el que rebalsó ese vaso siempre lleno. Empezé a pensar en efecto bola de nieve, en cuanto vale un cigarrillo, vale más que el frío que tengo seguro, vale más que lo que tu hija te pueda pedir. Cuanto vale ese vicio en el que te refugiás, que decís que no podés dejar, NO PODÉS me remarcás a los gritos. Intenté terminarla ahí, mire para el otro lado mordiéndome la lengua... y tenías que hacerlo: como siempre que algo no te importa o te incomoda, cambiás de tema rotundamente, casi hablando por encima del otro, no conocés el silencio, el respeto. Pero ya no tolero que nadie me falte el respeto, nadie.

Empezaron los gritos, ¿cuanto valen esas vacaciones que estás esperando? en terapia intensiva, donde todos te atiendan y tengas todo el derecho de llorar, de quejarte, de tratar mal al mundo, lo pienso pero no lo digo. ¿Cuanto valen esas vacaciones donde la última vez, la Nona con su demencia senil, pidió ayuda como pudo a los vecinos porque vos no podías respirar, y todos los días consiguientes se nos escapaba al hospital a buscarte? ¿Cuanto vale tu vida? esa que me dijiste orgulloso que sabías bien como terminaba: como la mierda. Mientras te escupo palabras que ya no recuerdo, decís que conmigo no se puede hablar porque soy agresiva, te pregunto de quién lo aprendí y respondés como cristiano limpio de pecados que no sabés, no sabés... Decís que lo mío es egoísmo, que mi preocupación es cuanto me perjudica que vos no estés, de las cosas que me voy a tener que ocupar, porque soy egoísta decís. La puta madre.

No me ibas a dejar bajar dijiste, abri la puerta con el auto en movimiento y entraste en pánico. Te repito, una y otra vez, que yo sí hablo con vos, pero no escuchas, nunca escuchaste, y tengo que gritarte para que entiendas. Me hacés gritarte, me hacés querer gritarte. Que baje la voz, porque en la cara se te nota la verguenza, verguenza de que tu hija le grite al mundo lo que piensa que sos. Me agarrás de los brazos y forcejeo para soltarme y ahí nomás me soltás y con la nariz encima mío me gritás que te pegue... ni eso te merecés. "Son mi vida" andás cantando, y conocés el estribillo: si somos tu vida, que vida de mierda tenemos. 

Corres como nene chiquito pidiéndome que no me vaya, te ponés de rodillas, rídiculo como novela de telefé.  Me pedís por favor que me suba al auto, y te contesto: cuantas cosas te habré pedido yo por favor. Por favor no me hagas pasar por eso otra vez, por favor no fumes cuando estás conmigo. Y seguís fumando en mi cara, y te veo cada vez menos porque me enferma, me enferma salir todos los días del laburo con olor a cigarrillo encima y tener que además tolerarlo los 10 minutos pedorros que comparto con vos. Pero el cigarrillo no es el problema, que te mueras no es el problema, porque te lo dije, morite si querés, morite. Odio la persona en la que me convierto cuando estoy con vos.

El problema es la falta de respeto, el egoísmo, la irresponsabilidad. El problema es que cuando te internaron estuviste en terapia intensiva por tu condición de fumador asmático, y la gente de las otras camas se moría, los familiares lloraban en la sala de espera, pero esos familiares tenían cuarenta, cincuenta años, no veinticinco. El problema es que yo soy la que vive cerca, la que llaman para una emergencia, yo soy el adulto responsable. El problema es que no lográs conseguir una persona que te ayude con tu mamá porque sirve sólo si te cae del cielo, y mientras tanto te martirizás, decís que hacés lo que podés con lo que te tocó. Decís que cuando necesitaste ayuda NADIE estuvo... ¿nadie? SI NADIE me remarcás, y ahí la embarrás... A los gritos otra vez, fué un simple favor decís, no me dá más la garganta, es tu mamá, a mi no me corresponde limpiarle el culo a mi abuela, no tengo la fuerza física ni la emocional, no puedo pasar mas de diez minutos con ella sin ponerme a llorar, no me corresponde. Te digo, lo que podés no alcanza, te lo repito a los gritos, y me odio cada segundo un poco más. Necesito que te vayas, dejame sola. No me hagas esto lloriqueas, que estás al borde de una crisis nerviosa, y ahí sí que me hacés reír, vos no tenés idea de los problemas que tengo yo, agregás que sí arrogante, y me hacés reir otra vez... vos no sabés ni la mitad de las cosas.

No tengo porque estar pasando por esto, tengo veinticinco años, quiero estudiar, ser feliz, y con ustedes no puedo, los veo lo menos posible porque estoy mejor sola. Me perseguís una, dos, tres, diez cuadras con el auto al llanto de por favor, porque no sabes respetar las decisiones del otro, porque no tenés dignidad, decencia. Me decís que no sea mala, te grito: al menos yo no te digo zorete adelante de todo el mundo, y ahí nomás te indignás... se te ve en la cara: ¿cómo me voy a atrever a traer eso, cómo todavía no te perdoné, cómo puedo jugar esa carta?

La juego porque es mía, porque la tengo desde que nací, porque vos me diste el derecho a faltarte el respeto de tantas veces que me lo faltaste a mí. Lo tuyo es circo y que las cosas se olviden rápido, pero a mi no me sale, te lo dije, a mi no me sale hacer como si nada.



miércoles, octubre 26

Solo yo

Creo haber tomado la decisión, al menos por un tiempo, de ser esa clase de persona de la que se pregunten "¿porque sigue sola?". Voy a ser sólo yo, todo el tiempo que haga falta. En los casamientos de mis amigos, y los 14 de febrero. Sólo yo aunque vengan a golpearme la puerta, sólo yo en la sala de cine. Que digan que estoy loca, que nunca me vieron un novio, que seguro algún defecto tendré. Que hablen, y ojalá nunca conozcan mi mayor defecto, ojalá nunca sepan que de tanto amar, se me secó el corazón.

viernes, octubre 21

Sacarnos las ganas

Nos dolía la mandíbula de lo tanto que nos reímos esa noche. Por primera vez lo vi, a los ojos, directo, sin miedo. Después de no se cuantos días, no se cuantos intentos de tomarme de la mano, y no se cuantas "altas ganas" de verme, afloje. Porque quise, porque quería aflojar, quería que me abracen. Esa tarde fue un quilombo, esperas, mensajes sin contestar, enojos consigo mismo, un bardo. Me encontré con su mambo número uno, y me dió pena tanta desesperación interna. Tardé, pero aflojó, y ahí aflojé yo. Estas particularmente cariñosa me dijo, y si... es así como me gusta estar. 

Cuando volvimos, me acompañó a casa, cual adolescentes nos chapamos un rato en la puerta. Al momento de despedirnos coronó con un "vos y yo, vamos a tener que sacarnos las ganas." Y yo, que había aflojado, que había estado particularmente tierna, particularmente expuesta, le contesté con media sonrisa: las "ganas" te las podés sacar sólo.

Y no podía haber estado más en lo cierto,  las ganas se las sacó, vaya a saber contra quien.

Imbécil.