domingo, diciembre 25
Tiene que
Siempre llega una etapa donde vuelvo a mirar películas que hacen sentir que la vida puede ser hermosa, de esas con escenas en tonos cálidos, playas de arena blanca al alcance de la mano, brillos del sol... Cuando era chica era puro masoquismo, siempre que había una ruptura en puerta miraba una de esas pelis y terminaba llorando a oscuras. Hoy por hoy las cosas cambiaron. Unos cuantos años después, y otras tantas rupturas más reales, más oscuras, ahora lo que veo en esas películas es esperanza. Y no hablo de esa esperanza del príncipe azul, hablo de creer que hay algo mejor para mí esperando ahí fuera. En este último tiempo no dejo de toparme con gente vacía, con personas que creen que por tener la foto para el árbol de navidad, tienen todo resuelto pero luego no pueden mirarse a los ojos. No es que las películas sean diferentes de esa imagen ficticia, pero hay una pequeña gran diferencia: las películas están diseñadas para ello. Eso automáticamente me dá una sensación de seguridad, digo, si alguien es capaz de pensar en todo eso, tiene que haber algún ejemplo real. Tiene que existir.
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