martes, marzo 8

Carlitos, zorete.

Cuantas veces lastimamos a nuestros más queridos, sin darnos cuenta. Con simples palabras, comparaciones, que a cualquier persona podrían pasarle desapercibido, podemos incar muy hondo en la conciencia de los que más queremos. Pareciera que hay que tener un ciudado especial, cuando es alguien cercano a quien estamos hiriendo, por saber más, por conocer mejor, por tener el instrumento correcto para herir profundamente.

Dios quiera que nunca tenga la desdicha de herir a mis pares a tal punto. Me gustaría comprometerme a prestar especial atención en no herir a quienes me aman. Pero también, a cambio de esa dicha si me es posible, me comprometo a no herir a nadie, no tomar por ventaja el hecho del desconocido. Quisiera poder prometer que no voy a lastimar adrede a ningún ser humano, pero al decirlo se torna ya difícil, por eso me comprometo al menos, a intentarlo cada día un poco más.

Gracias Papá por decirme Zorete, gracias Mamá por llamarme Carlitos.

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