Negro - Villero - Puto - Torta - Cheto - Ciruja
Bien sabemos como es el tema, se tilda por la vestimenta, se tilda por el corte de pelo, las zapatillas, la forma de hablar. Si pronuncias demasiado la Y seguro sos un cheto bárbaro, si te comes las S venís de alguna villa. Si te rapaste un costado de la cabeza, es porque te gustan las mujeres, si tenés rastas no te bañás nunca. Con esa campera que llevás, se nota que tenés mucha guita. Con el auto que te compraste no entiendo como no podés pagar el alquiler... Mirá el celular que tiene, y después anda comiendo arroz.
Increíble.
Lo ves en todos lados, lo comes en la televisión, lo digerís en la calle, en el trabajo, en el colegio.
¿Cuánto te nutre?
¿Qué beneficio se te guarda en el corazón?
¿A quién le sirve?
Todos corremos siempre algún riesgo de ser discriminado, y de discriminar también. Es una cuestión instalada, una costumbre, una forma de coincidir. Es hablar del clima en la parada de colectivo, o del croto aquel que no se cambia nunca el pantalón.
Pero tengamos bien en cuenta, que la discriminación es una peste, y como toda peste, se extiende. Donde haya agua, donde haya aire, la peste está. La discriminación no conoce de raza, de dinero, no conoce de diferencias. Todos somos discriminados por igual.
La discriminación es una forma de desahogo, de protegerse de lo desconocido. No le vayas a dar la mano eh, andá a saber que enfermedad tendrá. Mirá, se hace la ricotera y la viene a buscar el papá que vive en Recoleta.
De todos lados, a diestra y siniestra. A la defensiva constantemente, innecesariamente.
A costas del otro, a escondidas del otro.
Solamente por no querer ver, que somos personas, que duelen, abrazan, y rien por igual.
Solamente por no querer entender, no querer conocer,
no querer sentir...
La discriminación, fiel amiga de la ignorancia.