Hay personas a las que se les hace difícil, casi imposible, decir que no. Se sienten en deuda, en ofensa, al negarse. No importa lo que deseen, no importa si tienen algo importante que hacer, si podrían dormir la siesta, o terminar la entrega de mañana. Todo porque esa persona, que ocupa algún lugar en nuestras vidas, necesita algo. Creen que satisfacer necesidades está primero, que no cuesta nada, que no se pierde nada.
Pero se olvidan, que al decir que sí a una cosa,
le están diciendo que no a muchas otras.
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