Es una buena metáfora, un día te fuí a visitar con bizcochitos para el mate y me dijiste, a través de la mirilla, que estabas enfermo, que no me querías contagiar así que de mate ni hablar, y que tenías para rato.
Yo, sin verte la cara, preocupada, me fui.
Sin mate para compartir.
Y vos, te quedaste adentro,
solo.
Me cerraste la puerta,
por miedo.
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