Y te lloré, te lloré como a nadie. Quiero decir... te lloré con paz, con la alegría de poderte llorar. Con la amargura del adiós bañada en tu dulzura. Te lloré como a nadie, con el alma. Como quien llora después de oír una hermosa historia, que fué tu vida, y sigue en la mía. Te lloro aún, con amor real. Real porque te llevo en la sangre, en las manos, en los ojos... en el espejo.
Te lloré como a nadie,
como nunca,
y para siempre.
Reflexión gracias a la Pág. 188 de "El libro de los abrazos" de Eduardo Galeano, gracias Galeano...
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