miércoles, diciembre 30

Un juego que quiero jugar

No quiero dejar pasar mucho tiempo porque ya se me están olvidando algunas cosas, y definitivamente no las quiero olvidar. No las voy a olvidar.

No quiero dejar pasar mucho tiempo desde ese día que con miedo, angustia, incertidumbres varias, y otro tanto de deseos, nos encontramos al fin. Llegué y no dudé un segundo, te pregunté si te podía abrazar y sólo me dijiste "Gracias" mientras nos fundimos. Rápidamente te solté porque claro, daba miedo también. Me enseñaste un poco el lugar, ese lugar al que yo siempre entré por la puerta de adelante y que ese día tenía otra historia para contar. Te pregunté si podíamos actuar como dos personas normales que se querían conocer y pasar un buen rato, aunque vos ya tenías preparada la picada arriba de la mesa, como quien sabe bien lo que hace y lo que quiere.

Y nos metimos en esa... en mirarnos a la cara por vez primera, aunque bien podría contarse como decimotercera. Nos metimos a hablar de viajes, de la vida, de familia, de tu viejo y mi abuela. Hablamos de tu música y la mía que eran dos nombres de una misma cosa; mientras nos metíamos más adentro de lo que sabíamos que ya existía y en persona crecía de manera incontrolable. Habías preparado la mesa con una distancia social digna de sala de emergencias que no tardó mucho en acortarse. Entre risas y charlas ya estábamos en nuestro mundo y ahí fué cuando te levantaste, para ir a -nosequé- y solo al pasar me rozaste el brazo con el nudillo del dedo índice. Como quien toca un pichón recién nacido... apenas sentí el roce y todo el mundo se erizó bajo mi piel. 


Desde ese momento a esta parte ya no recuerdo mucho más, tengo un registro intenso de fuego y calidez de corazón, de tus ojos sinceros y tus abrazos inmensos, de algunas dolencias compartidas y muchas otras separados. De como supiste cambiar mis besos con miradas tristes, sólo con más besos. De palabras de toda índole que siempre terminan en te entiendo, te quiero, te acompaño. 

Hoy me reconozco más fuerte y preparada que nunca, con intenciones a flor de piel y ese gustito a -noteconozcoynomeimporta-. Con millones de miedos, dudas, y otro tanto de emociones que si quisiera ponerles nombre no existiría, pero les ganan por goleada a todas las demás. Y creo firmemente que todo lo que la vida me dió antes, me trajo hasta acá con unos cuantos suplentes para seguir jugando si hace falta. 

Lo gracioso es que esta vez, llamarle juego, no me molesta en absoluto. Esta vez jugar se volvió lo que siempre debiera haber sido: diversión, expectativa, esfuerzo, estrategia... esperanza en que el trabajo en equipo, esta vez, nos deje salir ganando.

domingo, diciembre 13

Me está pasando algo, al fin.

 Me está pasando algo que no puedo contar. 

Me está pasando algo, fuertisimo, gigante, tremendo, y lo tengo todo contenido acá, adentro mío. Me está pasando algo que quise contar y me dijeron "no me digas más nada". Y lejos de tomarlo como una señal, un motivo para pensar que algo podía estar mal, sólo entendí que era algo que no podía contar, que podía ser tan mío que nadie lo entendiera, y por primera vez no me importara nada la opinión ajena. De hecho ni la mía tengo, creo estar formulando algo parecido a una opinión, pero estoy gobernada por una bandera que siempre disfruté levantar que dice "vamos viendo"... sólo que en este vamos viendo, realmente sólo puedo ver. No se puede tocar, sentir, oler, a penas una vez hubo lugar y fué una explosión tan grande que casi rompemos los vidrios y lastimamos a todos. Estoy gobernada por un millon trescientas sesenta y cinco mil emociones todas apretaditas acá adentro. Que cuando me hablás salen como un torrente magnifico y fluido en armonía con el cosmos, pero después no tienen donde llegar y vuelven, se apretan, una a una, acá en el pecho, y la verdad es que de tanto aprieto, ya duele un poco. 

Te pedí que me cuides, y me cuidas, me pediste que te banque, y te banco. 
Y yo de paciencia no sé nada, pero de vos tampoco y sin embargo acá estamos, jugando a querernos.

lunes, julio 13

Darle lugar a la felicidad ajena

Tengo por cargo de nacimiento algunas personas cercanas que son, por definición: necesitadas de atención. De esas que no pueden sostener mucho una situación donde algo gire por fuera de ellos. Ya me acostumbré la verdad, y con el tiempo sané esos vínculos y me dí cuenta de que no lo hacen adrede, que en sus propias carencias generan esas conductas y se los puede querer así, con algunos defectos, como a cualquier otro. Es solo a veces que me quedo en un limbo apático, que no puedo entender como no ven la importancia de robarse ciertas situaciones ajenas y destruirlas por completo. Caí en esa cuenta el otro día mirando una de mis series: la protagonista estaba en su fiesta de graduación, y ante toda la multitud, previo discurso de orgullo de sus abuelos, se acerca el novio y le pide casamiento. Le pide casamiento frente a todos sus amigos, familia, afectos; le pide casamiento el mismo día en que se celebraba el fin de una etapa vital que no se volvería a repetir; le pide casamiento en un día único e irrepetible para ella; le pide casamiento como si no fuera algo que viene a satisfacer su propio deseo en un día donde nada tenía que girar en torno a él. ¿Me explico? Gracias a Dios, Rory, que no es lenta ni perezosa, se quedó titubeando, se sintió incómoda, y no le dió una respuesta real. Finalmente se van afuera, charlan, y ella (que sigue sin aceptar) se termina yendo a charlar con la madre por ahí porque no entiende nada. Es decir: gracias al "acto de amor" del novio, Rory termina yéndose de su propia fiesta de graduación, y sumado a eso toda su experiencia hasta la mismísima graduación termina embarrada por este acto desesperado de necesidad de atención de la persona que la ama, persona a la cual ella no le tiene una respuesta y le devuelve el anillo.

Yo me pregunto si Rory pensó alguna vez si realmente esta persona la amaba, si quizás en algún punto entendió que ése no era el momento propicio para hacer lo que hizo, que a veces hay que darle lugar a la persona que queremos para que tenga su día, su momento, único e irrepetible, y esperar un poquito para las urgencias propias que podrían satisfacerse mañana. A veces hay que demostrarle al otro, que en ese momento de plena felicidad bien merecida, es más importante que nuestras carencias.

miércoles, abril 22

La fórmula del Amor

Este último tiempo de mi vida aprendí que pensar similar no es amor y tener los mismos gustos no es amar. Entendí que tener en frente el tipo de físico que atrae no es pasión, que conversar hasta altas horas de la madrugada no es amor. Que amar no es desenfreno continuo y que extrañar a rabiales no es amor. Analicé detalladamente palabras, sentimientos, formas de caminar, de masticar, de besar, y resultó que nada de eso trajo amor. Finalmente llegué al momento de sentirme a gusto, de encontrar companía a la soledad, de ansiar el calor y querer mostrar en detalle los rincones de mi mundo. Llegué al día en que todo era ansia, desenfreno, saciar anhelos olvidados y buscar amar. Y fué allí cuando comprendí, que si tiene nombre y tiene descripción, es evidente que tampoco será Amor.

martes, marzo 3

Cebar conciencia

Esta mañana agradecí la yerba de mi mate. Hace unos días que venía escrutando góndolas, buscando alguna oferta o descuento que me habilitara a comprarla. Pero no tuve suerte, y decidí que podía tomar jugo o mate cocido algunos días más, hasta que apareciera algún precio que la justificara, o entrara algo de plata. Pero el domingo quisimos ir al río con una amiga, y la necesidad de yerba se hizo menester, así que ante la ganancia de un buen mate compartido cedí y compré la más barata, que de barata no tenía nada. Esa yerba me habilitó una buena tarde, unas buenas charlas y un más que rico tereré. Esa misma yerba fue la que esta mañana me hizo levantar con ganas, porque podía tomarme un mate, porque tengo yerba y sé lo que vale, sé lo que cuesta, y porque también me hizo recordar que ya pasé por esta, que no es para siempre y va a pasar, pero siempre que vuelve me hace un poquito más humilde y más consciente. Y agradezco, agradezco poder tomarme este mate lleno de conciencia.