¿Te acordás de ese pibe que me volvía loca? Pero loca loca. Ése, por el que me maquillaba cada martes y jueves. Sí, el que me tiraba onda y cuando le canté las cuarenta negó todo.
Bueno, el viernes, fuimos a tomar algo.
Tonta yo, que no me dí cuenta que no me invitó a salir, solo me dió vueltas como a la calesita y frenó cuando salía de laburar y le convenía hacer algo un viernes. Algo, no verme a mí, solo hacer algo. Tuve cara de algo toda la noche.
Me había dicho que nos juntáramos a las 10, que él salía 9.30, y yo que viajé hora y media para llegar, claramente no cené. Bueno, él sí. Y me hizo esperarlo mientras terminaba. Yo, en plena Av. Santa Fé, un viernes a las 10 de la noche, caminando para hacer tiempo y de paso desquitar la bronca con algún pancho barato de por ahí. Él sin bateria, diciendo que le faltaban 10 o 15 minutos, que me escribía del celu de un amigo. Entre la bronca y el hambre llegué a 9 de Julio sin pancho ni alegría.
En eso me cruzo con un grupo de chicos de mi edad, que estaban sentados en la vereda, riéndose y esperando para arrancar a algún lado. Les pedí un lugar mientras esperaba, me convidaron birra, nos fumamos el porro que armé antes de salir, y después de 3 llamadas perdidas aflojé y lo ubiqué.
Estuvo una hora y 22 minutos hablando de su trabajo, y las pocas veces que yo intervenía me respondía monosílabos y seguía hablando solo. Digo solo, porque cuando hice el último comentario, llevando la conversación a otro lado, y me dijo "tiempo fuera" para seguir con su conversación, no escuché más nada.
Resulta que no está tan lindo como antes, y desnudo es mucho menos de lo que parece. Se afeita, por todos lados, axilas, pecho, todo. Parece que en alguna franja de latinoamerica eso es normal.
En fin, tomamos dos cervezas, la primera la pagó él. Cuando estaba por decirle que porfavor se callara y dejara de hablar de laburo me encajó un beso, y qué beso! Es un hecho, del otro lado del río besan mejor. Iba compensando de a poco. Qué fácil nos contentan con un poco de cariño. En alguna frase dejó ver que quería que vayamos a su casa, y yo me hice la boluda mientras pensaba. Pensaba que ya me había depilado, que salvo hoy, le tenía ganas desde siempre, y que dormir en mi cama sonaba muy aburrido. Pero no pensé para nada en el momento que dejé ver que no había cenado y ni se inmutó. Salimos y quiso pasar por un cajero, y yo, que no puedo con mi estupidez, le dije que si era para el taxi yo tenía plata... ¿Plata de qué? ¿De tus vacaciones? ¿De la comida que no estás comprando para subsistir? Idiota.
Pagué el taxi. Llegamos, miramos dos segundos de tele, fuimos al hecho y el hecho no vino a nosotros. Nos dormimos, "si no te jode me quedo". A la mañana me agarró la mano y directo al caso.
Después le pregunté si tenía mate, y me dijo que no, que no usaban nunca. Luego se me vino a la mente un desayuno que comí de unos extranjeros, con papa, huevos, cebolla, y carne. Se lo conté, y enseguida asocié en voz alta "ya sé porqué estoy pensando en esto, yo anoche no cené". Es verdad, me dijo. Dos minutos después de su silencio, le dí un abrazo en la puerta y me fuí sola al Mc Donalds que estaba a tres metros.
Y con el tostado de huevo y panceta en la mano me sentí feliz, de estar sola, de tenerme a mí para cualquier desayuno, y cualquier cena.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario