Regaste los rincones
con cenizas de tus risas.
Lavaste mis humores de domingo
entre faso y no me digas.
Nunca lo imaginé,
tu vida tras mis pies descalzos,
a escondidas desteñía.
Pronto no pudiste hacer
más jugo de mis besos,
no hubo mas te quieros de bostezo.
Me pusiste a dieta de caricias,
a régimen de momentos con tu prisa.
No hubo más cuentos ni abrazos.
No había forma de encontrarme entre tus brazos.
Al fin, me regalaste una foto que cambió mi vida.
Simpatizaste con mi ignorancia,
mientras ella te sonreía.
Ese día lloré de alegría (aunque aún no lo sabía).
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