jueves, abril 30

Lets Rewind


Todos buscamos un escudo. De chiquitos la buscábamos a mamá para escudarnos de las pesadillas, de los golpes. Con papa era diferente, con él encontrábamos el escudo material, el del consentimiento. Papá era el de "No llores, ¿tomamos un helado?" Cuando ya no pudimos dormir entre ellos, dejaron de ser nuestros refugios. Y ahí empezó todo, si en ese momento hubiéramos sabido lo que nos esperaba no creo que quisiéramos seguir. Por las noches cualquier sombra o ruido nos quitaba el sueño. Ir al almacén solo era un viaje con destino incierto. Y todo perdió sentido: la primera vez en subir a un colectivo, tan fuertemente ilógico, nos enseñaron casi a gritos que no hagamos caso a extraños... y se supone que debíamos subir a un colectivo, hablarle al señor que manejaba y caminar, o en los peores casos, sentarnos con otro completo desconocido. Ya nada era como antes, lo que estaba mal, ahora era común y debíamos sentirnos orgullosos. Tremenda confusión. El colegio, lugar en que solíamos divertirnos, jugar, hacer dibujos, pasó a ser tediosamente un castigo. No hables, no corras, no te duermas, ¿hiciste la tarea?.. ¿Que fue lo que pasó? Yo no quiero este mundo, acá me gritan, acá todo me da miedo, yo estaba bien y de repente mi cara rechoncha se estiró, son muchas cosas que no conozco, y no quiero conocer. ¿Dónde está mi escudo? Volvamos para atrás.

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